Camino de regreso, y mientras reflexionaba en el misterio de que las cosas vinculadas a este proyecto estén fluyendo con una naturalidad sospechosa, me encontré con el pollo azul que se ve en la fotografía. El pollo y yo íbamos en el mismo sentido, así es que fue inevitable compartir el trayecto y fijarme en su enorme presencia. Me doblaba la estatura y era gordito (si hubiera tenido 5 años o más coraje, habría corrido a abrazarlo). Resultaba divertido su comportamiento. Normalmente, los tipos que van disfrazados como él, suelen ir a paso lento, saludando a la gente. Pero éste iba apurado. Daba la impresión de que no hubiera tenido tiempo de cambiarse y, pese a ir con el incómodo disfraz, debía apresurarse y abrirse camino con su imponente volumen entre las muchas personas que circulaban en ese momento. Lo compadecí de sólo imaginar lo que sería caminar con un traje de espuma, cubierto de pies a cabeza y con 30 grados de calor. Yo iba en polera y me corría la gota. Pero él inmutable: no se descubrió la cabeza en ningún momento. Caminó a paso firme todo el tiempo y no hizo caso a las burlas que algunos le hicieron. Entonces ese enorme pollo me recordó a mis amigos. Todos son rara avis: únicos en su forma de ser, originales y firmes en el modo de plantarse ante el mundo y sus injusticias, valientes para desafiar prejuicios, generosos en cariño, abrazos y sabiduría. Se deshacen de medio closet o una casa entera para viajar ligeros y dejar espacio a nuevas experiencias (dándome de paso una rotunda lección de desprendimiento). No les sobra el tiempo, pero siempre lo tienen para responderle a un niño, acariciar un perrito o contestar una llamada a las tres de la mañana. Pacientes hasta lo indecible para explicarme lo que es una carta gantt, cómo se calcula el IVA, cómo se suben contenidos a un blog. Y con un sentido del humor capaz de resistir a los personajes más amargados de la tierra.
Interrumpiendo mis pensamientos, vi venir la micro que necesitaba y corrí a tomarla. Craso error: hasta ahora me pregunto qué habrá sido del enorme pollo azul. De mis amigos, no tengo dudas: han estado conmigo, acompañándome y ayudándome con este proyecto. Por eso es que todo me ha salido tan bien.